Los arquitectos hemos apreciado una estabilización del sector inmobiliario en el pasado año 2014, aunque todavía no se reconocen las condiciones de recuperación plena del mercado de la vivienda. Esto es, los precios no crecen demasiado. No hay evidencias concluyentes que permitan esperar una subida de precios para este año.
Ahora bien, hay que hacerse a la idea de que el futuro no se basa en el modelo de construcción masiva de viviendas. Ni a corto ni a largo plazo el sector volverá a la situación previa a la crisis. Eso tampoco sería deseable, porque estaba sobredimensionado, y las consecuencias han sido dramáticas.
El futuro del ladrillo pasa por el alquiler. La rehabilitación. La adaptación funcional de casas antiguas y segundas residencias. La mejora tecnológica y la mejora energética. Se considera que la iniciativa pública podría jugar un papel relevante en el impulso de esta recuperación.
La población más joven se orientará al alquiler, asemejándose al modelo europeo. Las nuevas condiciones de empleo cambiantes, la mayor posibilidad de movilidad geográfica, y un cierto cambio de mentalidad ha menguado la idea de endeudarse para toda la vida, adquiriendo un inmueble que nadie le asegura que pueda disfrutar.
Para que estos jóvenes accedan a una vivienda en propiedad, ya sea para uso propio o alquiler, se precisa empleo estable y de calidad, y financiación por parte de los bancos. Algo que no se asemeja mucho a la precariedad laboral de hoy en día , la deflación salarial y el paro juvenil, que aplastan los pensamientos optimistas.
Pese a todo ello, se tiene la expectativa de que la mejora en las condiciones macroeconómicas (el final del desplome de los precios de la vivienda) y la situación financiera de las entidades bancarias, acabe por trasladarse al mercado inmobiliario, aunque no precisamente en vivienda nueva.